Don Julián Barrio, una sonrisa en la Iglesia

Julián Barrio, arzobispo de Santiago. 2010 ARCHIVO. ©ROBERTO LEDO.

Las piedras crecen y han de saber florecer en hermosura, aquí se muestran en Románico, allá se cubren de Barroco, acullá se expresan en Plateresco, se modernizan hasta el Neoclásico en el mismo Palacio de Raxoi.

            La Catedral es capaz de acunar musgos, de acrecentar la ciudad en otras edificaciones seminarios, conventos y capillas, plazas, rúas de transitares diversos, plurales. Pero en ella misma son capaces de crepitar ecos de las más poderosas campanas y carracas, de transfigurarse el oro del atardecer soleado, o de transigir con las llamas de las ofrendas de harapos convertidas en luz que guía a los que van llegando en la noche.

Julián Barrio, arzobispo de Santiago. 2010 ARCHIVO. ©ROBERTO LEDO.

            En torno a la tumba nace la vida, se abre un pórtico del cielo desde el que se alcanza la vista del Val da Mahía -que significa Puerta del Paraíso-, allá en el vergel natural y ya humano de Bertamiráns y Brión.

            El templo fue quien de resistir asedios sarracenos, de ningunear con esplendor blasfemias de incrédulos gobernantes de ciudades competitivas. De su evolución, emergieron torres, como lirios de osadía, que vuelan como pujantes versos afortunados, metáforas de alcances inalcanzables sin el milagro del perdón, de la comprensión, del amor al otro. La catedral incita la imaginación, excita al poeta, provoca belleza y sentimientos. La Seo da las horas con relojes y sombras, permitió esculpirse en las mil formas de la naturaleza y de la imaginación, ahora remozada , eleva a sus visitantes... casi hasta las nubes en sus tejados.

            El arte hecho para Dios acoge al Apóstol que se deja abrazar como amigo por peregrinos y Emperadores y Reyes y frailes y humildes y babalanes y gallofos y sabios y viajeros y especuladores. Todos son bienvenidos.

            Cobija el edificio, Códices y tesoros. Aquí se hace humilde Corticela, allá se muestran en majestuoso claustro, acullá oficia bajo un baldaquino resplandeciente, y siempre se expresa como templo que invita a la oración comunal o íntima.

            Las piedras humildes se hacen Puerta Santa para ayudar a introducirse en la gloria a cuantos la traspasan. Suenen chirimías, perfumes emanan del Botafumeiro. Si se reza con fe se alcanzará el perdón y la esperanza, la limpieza de conciencia, incluso para los no creyentes.

            La Catedral de Santiago es el centro divino de toda una geografía humana, ahí están sus logros. Ese es el milagro.

            Don Julián Barrio sonríe y exhorta a la felicidad del creer. Es una buena persona y un buen Obispo desde hace 29 años. Él es el representante del Buen Pastor de un rebaño agradecido, un restaurador de almas. La obra continúa. Es Año Santo especial, es XACOBEO. Paz y Bien. Ultreia. Buen camino a los seres de buena voluntad.

Alberto Barciela

Periodista