Foie casi hasta en el bocadillo del cole
El día que Rafa Rincón me propuso escribir desde mi perspectiva sobre el
foie, pensé: ¿por dónde empiezo? ¿Qué significa este producto desde una visión Millennial?
Todo esto, mientras escuchaba canciones de 'El columpio asesino' y engullía un trozo de pan cristal embadurnado con foie gras soriano – de la casa Malvasía más concretamente -. Sin duda, uno de mis fetiches desde bien pequeña, de hecho… nunca falta una lata en mi frigorífico.
Tener esta visión retroactiva para comprender mis gustos y pensamiento actual, es vital… porque lo cierto es que siempre me ha encantado el foie gras. Un placer que ha continuado con el consumo de este hígado especiado y cocido, y evolucionado hacia la pieza en fresco.
Así que empiezo por el comienzo…
Para mí, este producto, siempre ha sido y es lo primero que he apuntado en las tediosas listas de la compra para las cenas de Navidad… qué hubiera Coca-Cola u otros hipotéticos manjares festivos, me era indiferente. Eso sí, ¡que hubiera foie gras!.
Niña peculiar y con gustos infantiles poco convencionales, a la que flipaba la asadurilla encebollada y uno de sus platos favoritos siempre han sido las lenguas de cerdo en salsa jardinera. Así que el hecho de que disfrutara con una barra de pan de pueblo con foie gras (y ahora me entusiasme el foie fresco a la plancha) no extrañó ni extraña a nadie.
Soy carnívora nata y me gusta la casquería, obviamente, al margen del foie, de las lenguas y de esa asadurilla que os mencionaba… tuve que aprender a comer, más bien: a degustar este tipo de comida.
¿Tal vez por eso la generación Millennial no ha sido capaz de apreciar de verdad estos bocados casqueros que fueron comida de pobres, pero también de ricos en distintos momentos? Lo ignoro, pero es una posibilidad sin duda.
Dentro de mis rarezas puedo comprender que a la mayoría de las personas de mi generación les horrorice la idea de comer hígado con sal gruesa, calor y nada más.
Somos una generación cuya vida laboral comenzó a golpe de crisis, que asumió desde las aulas del colegio que el ser humano estaba matando el planeta, que se acortó los pantalones y se puso tirantes para devolver a la vida la subcultura hípster, la primera generación en ser nativos digitales y que algunos de sus logros son crear APP y filtros de Instagram, una de las generaciones “más preparadas” de la historia (o al menos, la que más ha tenido que pagar por su formación, porque sin una carrera y dos máster no
eres nadie), que está viendo como una causa imposible salir de la casa de sus padres, que eludimos el compromiso y formamos familias más tarde que pronto, que algunos otros acuñan como “la generación perdida” … no es de extrañar que con toda esta presión, se nos haya olvidado aprender a disfrutar de la mesa omnívora de toda la vida.
Pete Wells, en un tweet de octubre de 2019 dijo “Los Millennials mataron el foie gras, ¿no?”. Es posible, pero creo que todavía hay un lugar para la esperanza.
¿Por qué lo digo? Te preguntarás. Porque soy Millennial y me apasiona el foie, quiero que quede claro. Y si existo yo, pueden que existan otros. Así que, #foielovers… ¡salid a la luz!
Por Alicia Gómez
Master superior en periodismo gastronómico, de www.devinosconalicia.com