'Bosquesanto', lo que puede ocurrir en cualquier pequeña población
Bosquesanto es, en palabras de su autora, “una fantasía real”. Bien cierto. Cualquier cosa que sucede en esta novela negra de carácter costumbrista podría suceder o sucede en la vida corriente de cualquier pueblo.
Es la primera novela de una experimentada escritora, Silvia Rodríguez Coladas (Pontedeume, 1970). A lo largo de más de 350 páginas la autora construye los personajes clásicos de un pueblo cualquiera gallego o español e incluso universal.
Las fuerzas vivas están retratadas con maestría. El alcalde Don Honorio, el sargento de la Guardia civil, el boticario, el párroco, las aristócratas…
La persona protagonista –no queremos descubrirla al futuro lector- es un personaje construido concienzudamente hasta el mínimo detalle. Podíamos decir que es un caso de estudio psiquiátrico. Elegante, sibarita, metódica…la persona que pone en jaque a todo un pueblo con consecuencias para esta pequeña población. Este y algunos de estos los personajes, por momentos, se hacen ‘odiosos’ tan solo con su presentación. Repatean y provocan que el lector se implique en la novela.
Hay mucho de la autora en este personaje, como su pasión y conocimiento de las plantas. Rodríguez Coladas codirige el Jardín de Excelencia de La Saleta, en Meis, Pontevedra. El realismo –ella dice que hay algo de realismo mágico en su obra- es casi fotográfico. Conoce a fondo el corazón humano y también sus miserias. Los personajes no están dirigidos hacia un determinismo ciego. Todo es esquivable. Arremete contra la, tan de moda, sostenibilidad ecológica y otras corrientes sociales con gran elegancia, utilizando la ironía.
La autora exhibe un gran dominio del léxico y tiene el don de la oportunidad en sus expresiones y vocablos. A la vez que entrevera su relato con esa ironía y retranca gallega. No es raro que a algunos de sus lectores les provoque incluso la hilaridad.
El ritmo narrativo es galopante, tal como se desarrollan los acontecimientos en este pequeño pueblo llamado Bosquesanto, que evoca, en cierta manera, a un camposanto. Y es que un asesino anda suelto y se suceden las muertes sin que se identifique a la persona causante. Es muy ágil el hilo narrativo de la novela, que engancha en su lectura.
La crítica es mordaz sobre determinadas costumbres y comportamientos, el ‘modus vivendi’ de los personajes. Por momentos, se hace irrespirable y enrarecida la atmósfera pueblerina. Hay que superar cierta negatividad en la que se recrea la autora.
No falta una de sexo clandestino que, aunque bastante explícito, no llega a ser escabroso. La actuación de la médium, tal como la describe, es también de sacarse el sombrero…
Es una novela que cultiva el misterio. Y éste no será resuelto hasta que, en las últimas páginas, queda un poco abierto a varios posibles desenlaces. Tanto es así que la autora no descarta una segunda parte que dé continuidad a la primera novela.