Reflexiones ante el VIII Congreso de Editores de Medios Unión europea- América latina

Estamos en una época de profundas transformaciones y ante una revolución cultural, social y económica, de imprevisibles consecuencias. Quizás se esté haciendo realidad el famoso cambio de paradigma, transformación de los modelos preconocidos, del que tanto se ha hablado y especulado, y con probabilidad estemos todavía en estadios primarios del mismo. 

Estamos en una época de profundas transformaciones y ante una revolución cultural, social y económica, de imprevisibles consecuencias. Quizás se esté haciendo realidad el famoso cambio de paradigma, transformación de los modelos preconocidos, del que tanto se ha hablado y especulado, y con probabilidad estemos todavía en estadios primarios del mismo. Puede que las previsiones de los visionarios fueran las correctas, pero frente a los trepidantes avances, las respuestas se han mostrado lentas, o bien nacieron obsoletas o, más simplemente, no respondieron con idoneidad al progreso exponencial de tecnologías como la llamada Inteligencia Artificial, tampoco a la irrupción, en paralelo, de los macro poderes económicos supranacionales. En poco tiempo, se ha instituido una especie de imperialismo global depredador.

 

Es posible que estemos viviendo la mayor de las revoluciones conocidas, con afectaciones directas a una buena parte de las garantías democráticas, incluida la sagrada separación de poderes. Un cataclismo que  continúa desarrollándose, con notables consecuencias para todas las actividades y, cómo no, para la prensa libre, para la democracia y para el futuro del mundo. Somos testigos de devastaciones terribles en los cinco continentes, catástrofes humanitarias y climáticas, protagonizamos un ambiente de codicia en los mercados, de desidentificación de los poderes económicos, diluidos entre fondos de inversión/buitre o bitcoins, de noticias falsas -los esfuerzos para engañar a la gente son más numerosos y sofisticados. Los recursos dedicados al embuste cada vez son más abundantes, las invenciones y manipulaciones de todo tipo, incluidas las imágenes, inevitablemente serán cada vez más frecuentes, más peligrosas y más difíciles de detectar y refutar-, abundan las teorías conspiratorias, y la violencia se expande, ahí están las guerras, junto a las  hambrunas, las catástrofes naturales, etc.

 

Ante esos escenarios, comprobar como los compañeros periodistas luchan sobre el terreno o desde sus redacciones por defender los valores deontológicos -el respeto a la verdad, la investigación de los hechos; perseguir la objetividad; contrastar los datos; diferenciar con claridad entre información y opinión; etc.-, es la única gran satisfacción. Somos una profesión basada fundamentalmente en el servicio público, en la compasión, la solidaridad, la empatía y sentimientos por los débiles y los pobres, toda una declaración de intenciones que se hace radical, evidente, en Gaza o en Ucrania o en Siria, en la frontera de México con EEUU, en los cayucos mediterráneos, o en tantos otros lugares amenazados por la guerra, el terrorismo, las mafias, las ciberestafas o la sistemática violación de los Derechos Humanos. Pero por fortuna, puede afirmarse que donde hay un periodista hay una esperanza de libertad.

 

Estos días, la Federación Internacional de Periodistas (FIP), a la que pertenece la Federación de Asociaciones de Periodistas en España (FAPE), ha publicado su 34.º informe anual sobre periodistas y trabajadores de los medios de comunicación asesinados, correspondiente al año 2024. El informe documenta la muerte de 122 profesionales de los medios de comunicación en todo el mundo, incluidas 14 mujeres periodistas. . La verdad se escribe con sangre, con amenazas, bajo secuestros....

 

Y aun así, sabemos que hemos de seguir con nuestro compromiso. También hemos de resituarnos como industria y como profesión, lo primero, nos obliga a reflexionar cómo sufragar la independencia, cómo obtener recursos transparentes para afrontar la tecnificación imprescindible, para pagar las investigaciones, para formarnos... Como profesionales hemos de contestar con más y mejor periodismo, con medios libres, con iniciativas asociativas, ese pegamento de apoyo y libertad que nos une indefectiblemente en un compromiso de apoyo y unidad de acción.

 

De algo estoy seguro, no nos instalaremos ni en la incertidumbre ni en la autocomplacencia, nuestra visión ha de ser ambiciosa, poderosa, solidaria. El mundo es hoy mucho más débil de lo que era, por eso el compromiso han de ser confianza, seguridad, estabilidad, nitidez y recursos limpios. Con nuestra entrega, somos conscientes de jugar un papel decisivo de la información en la democracia, queremos asegurar una sociedad libre y un bienestar justo. Es posible que todavía no tengamos todas las respuestas, pero sí sabemos hacer las preguntas. Hasta ahora hemos invertido esfuerzos en el avance moral y social, hacia un liberalismo comprensible, compartible, ese seguirá siendo nuestro propósito, y eso nos hará más libres, para realizar la más hermosa misión, dondequiera que nos corresponda realizar nuestro trabajo. Esta vez reflexionaremos en el VIII Congreso de Editores Europa América Latina que celebraremos en Cartagena de Indias, Colombia, entre los días 17 y 19 de marzo.

 

Alberto Barciela

Periodista

Director del VIII Congreso de Editores Europa América Latina