D. Ángel Marzoa conmemora 50 años como Sacerdote: “Todo a los pies del Cristo de la Victoria”

D. Ángel Marzoa en la casa rectoral de la parroquia de San Miguel de Ponteareas. ROBERTO LEDO.
D. Ángel Marzoa Rodríguez celebra 50 años de sacerdocio el 12 de octubre, conmemorando su ordenación en la concatedral de Vigo. Actualmente párroco de San Miguel de Ponteareas, destaca el culto a la eucaristía y el diálogo entre Dios y la persona para discernir su posible llamada.

“Señor, yo quiero hacer lo que tú quieras. No creo que tú estés dispuesto a que me equivoque. Por tanto, si no quieres que sea sacerdote, ya me lo harás ver. Yo sigo para adelante. Y… hasta hoy”. De esta manera, D. Ángel Marzoa Rodríguez dialogó con Dios en el Seminario Mayor de Vigo, en el momento en que debía tomar la decisión de su vida: ser sacerdote.

El actual párroco de San Miguel de Ponteareas cumple este próximo 12 de octubre 50 años de su ordenación sacerdotal, realizada por el obispo José Delicado en la concatedral. Para D. Ángel, esta iglesia tiene un significado icónico en su vida, ya que ha recibido allí todos los sacramentos y fue monaguillo con el párroco D. Alfonso Casas. “Todo a los pies del Cristo de la Victoria”, declara a Diario Luso-Galaico durante una entrevista exclusiva en la casa rectoral.

Sus ocho años en este municipio los cuenta por Corpus: “llevo 8 Corpus”. ROBERTO LEDO. 

D. Ángel se encuentra muy a gusto en Ponteareas. Primero, razona, porque el obispo lo dispuso así y, obedeciendo, asegura que está cumpliendo la voluntad de Dios. Sus ocho años en este municipio los cuenta por Corpus: “llevo 8 Corpus”, acuña esta frase. Tomó posesión un 2 de octubre y está empeñado en convencer a sus feligreses de que es Corpus Christi los 365 días del año y que el Señor está en el templo a su disposición. Quizá este razonamiento choque con aquellos que veneran la festividad en la villa del Corpus y no dan continuidad a la adoración de la Eucaristía el resto del año.

Destaca la labor de Cáritas en la villa, prefiriendo que sea algo “silencioso y discreto”. Menciona que hay personas que están dedicando lo mejor de su tiempo de jubilación a trabajar a favor de los desfavorecidos. Sin embargo, traza líneas rojas: la iglesia no puede confundirse con asistencia social. Esta es consecuencia de que los hijos de Dios cuidamos y nos preocupamos por los demás. Es el amor de Dios que se hace llegar a los otros.

Su padre le preguntó: “¿Dónde pongo la X?” Y, claro, le dijo en “Seminario”.. ROBERTO LEDO. 

D. Ángel Marzoa ha prestado muchos servicios a la Iglesia durante este medio siglo. Ha sido profesor en la Facultad de Teología de Pamplona, realizando un trabajo de coordinación de estudios de derecho canónico durante dos años en Chicago, y ha sido rector del Seminario Mayor de Tui-Vigo.

Su vocación germinó al calor de la decisión de un hermano mayor que siempre tuvo claro, desde niño, que quería ser cura. A D. Ángel le conmueve cómo su padre gestionó de manera elegante su libertad: cuando firmó unos papeles para una beca, a sus 11 años, en el impreso había dos casillas –instituto y seminario– y su padre le preguntó: “¿Dónde pongo la X?” Y, claro, le dijo en “Seminario”. Ahora, con el paso de los años, recuerda que tenía muy presente el ejemplo de su hermano mayor. Y de su padre afirma: “¡Cómo gestionó la libertad de un mocoso de 11 años!”

“Santos son los que luchan cada día para hacer la voluntad de Dios", define el sacerdote. ROBERTO LEDO.

Marzoa está muy de acuerdo en que el mundo necesita “esperanza”, pero con contenido. La esperanza del cielo: “Ira a la casa de Dios”. Para eso, el camino está en la tierra. “La esperanza está detrás…” de todo lo que hacemos. Para ello, hay que estar cerca de Jesucristo, de Dios.

También está de acuerdo el párroco ponteareano en que vivimos entre santos. No se refiere a las imágenes de la iglesia, sino a lo que el Papa Francisco llama el santo de la puerta de al lado. “Santos son los que luchan cada día para hacer la voluntad de Dios. Con defectos, pero que luchan y con esperanza…”

Su mayor preocupación son las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Confiesa que pide y hace pedir todos los días para que haya personas que entreguen su vida a Dios. “¡Que salgan de esta villa del Corpus Christi vocaciones!”, clama sin cesar.

D. Ángel al lado del retrato de sus padres. 

Para D. Ángel, la vocación es cosa de dos: Dios y la persona. Pero, si no hay diálogo, difícilmente uno puede discernir su camino. “La vocación es la consecuencia de un diálogo entre Dios y la persona”.

Por eso, recomienda, especialmente a los jóvenes, que traten a Dios en su día a día: dándole gracias, encomendándole sus actividades, visitando al Señor en el Sagrario… Para que así nazca la vida interior y escuchen a Dios para saber lo que les pide.

D. Ángel Marzoa bromea con que en la misa de acción de gracias por sus 50 años desde la ordenación, el próximo 12 de octubre, recomendará que los asistentes se cuiden para que todos puedan volver a encontrarse dentro de otros 50 años.