Carmelo Guillén, autor de Tras la belleza del don: ”De lo que se trata después es de profundizar en esa vocación”
El poeta es sevillano y ama los versos propios y ajenos. Por donde pasa deja su rastro poético de lecturas de mil poemarios. Accesit (1975) del premio Adonáis y, desde 2003, director de este prestigioso premio. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura, a Carmelo Guillén Acosta (Sevilla 1955) le consume el afán de traducir al castellano a poetas extranjeros. En la canícula de agosto, pasa unos días de descanso en la capital de Portugal, Lisboa, y DL-G no pierde la oportunidad de entrevistarle por su último libro, La belleza del don.
“Me interesó el personaje porque él y yo vivimos una misma espiritualidad concreta, la del Opus Dei. Él es agregado de la Obra, al igual que yo. Me apetecía, con el paso del tiempo, hacer constar cuál es mi espiritualidad. Claro que no me parecía apropiado hacerlo desde uno mismo. Pensé más interesante proyectarme en otra persona”.
Y en su búsqueda concluyó –“me vino como anillo al dedo”- en que Pepe Molero (Alfacar, Granada, 1937) era la persona adecuada. Facultativo de Minas, licenciado en Filología Inglesa y diplomado en Magisterio. Tras su jubilación profesional en la enseñanza desarrolla una amplísima actividad cultural dirigiendo el Instituto de Desarrollo Comunitario de la Región de Murcia y llevando a cabo iniciativas como BelenCribs, con un amplio sector de seguidores en Youtube y Maestros Mundi.
Carmelo Guillén explica que es una biografía literaria porque “no sigo ningunas pautas cronológicas, sino que entro de una manera intensa en lo esencial del espíritu del Opus Dei encarnada en su vida. Y, además, porque hay mucha literatura detrás; sobre todo, poesía, mucha poesía con la que yo juego a la hora de escribir este libro”.
Quizá se podría pensar que el autor de esta biografía lo tuvo más fácil porque el entrevistado escogido ya tenía unas memorias escritas…”Lo que he hecho es ampliar lo que él contaba…y que me parecieron muy interesantes”. Esas memorias de Pepe Molero abarcaban desde su nacimiento hasta su jubilación profesional. Por eso Guillén añade que “el gran peso de esta biografía literaria está concretamente en la segunda parte”. Como el biografiado está vivo, Carmelo Guillén pudo contrastar datos e información que sirvieron para perfilar y aumentar algún pasaje.
“Me he apoyado en esas memorias pero, fundamentalmente, en el personaje, en lo que he podido descubrir, en lo que he vivido cerca de él durante el tiempo en el que he estado escribiendo el libro, y aquí reside el gran interés del libro”, matiza.
En Tras la belleza del don, un título bien amplio, destaca la palabra don. Y es inevitable que Guillen identifique ese don. “Es el don de la vocación como miembro agregado del Opus Dei. Cuando cualquier persona recibe un don concreto, en este caso la vocación, de lo que se trata después es de profundizar en esa vocación. Y esa profundización es lo que yo llamo ‘ir hacia la belleza’, ahondando en el don. Ese descubrimiento hace que uno esté enamorado de ese don”.
Y precisa todavía más: “Dios le da a uno ese don –el don de la vocación-, luego dice que sí y, a continuación, tiene que pasar el resto de su vida buscando la belleza de ese don”. Al igual que la persona casada o que el sacerdote, ejemplifica.
El poeta biógrafo dirige su libro, primero, “a los más cercanos, aquellos que son miembros del Opus Dei que se jubilan con 60 o 65 años y después no tienen ningún horizonte profesional…Ese público sí me interesa…mostrarle que cuando uno se jubila profesionalmente la vida continúa, como sucede a un sacerdote o a una mamá…hasta que Dios quiera…hasta el final de sus días…trabajando intensamente”.
El segundo público al que dirige Tras la belleza del don es a “aquellas personas de la Iglesia Católica o de fuera para que se den cuenta de que hay una persona que está verdaderamente enamorada de su vocación y la va sacando, día a día, adelante”.
Carmelo Guillén Acosta es un especialista en san Juan de la Cruz, como lo subraya su Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz (1990). “Fue el primer poeta que leí. Tenía 14 años. Prácticamente fue el que me descubrió la poesía. Después esa espléndida forma que él tiene de acercarnos a Dios, yo me dejo influir e imbuir en mi poesía por lo que es su espiritualidad. Es un autor con el que me identifico profundamente. Procuro que en mi obra san Juan de la Cruz esté vivo. Me refiero sobre todo a la poética”.
No podría faltar una referencia a los Adonáis. “El premio está en un momento muy dulce. Tuvo un arranque en el año 1943 con José Luis Cano, su primer director, muy alto. La gran poesía de la postguerra surge precisamente del Adonáis. Después, cuando empiezan a aparecer otras editoriales, el premio se desdibuja un poco. Desde el año 2003, mi intención [como director] es que siga manteniendo esa altura que tuvo en sus orígenes”. Y añade cómo algunos Premios Nacionales de Literatura han surgido, para autores jóvenes, de la colección Adonáis en estos últimos años. Y los cifra en 4 o 5 Premios Nacionales. También se refiere a Premios de la Crítica.
“El Adonáis es el premio por antonomasia para cualquier autor joven, menor de 35 años”.
La poesía para este poeta biógrafo sigue siendo minoritaria en España. Son pocos los ejemplares que se publican. Y muchas veces la forma de conseguir ver editados los poemas es presentarse a un premio y ganar. Guillén cree que la poesía se difunde a nivel escolar pero fuera de esto el público no compra libros de poesía.
Carmelo Guillén está siempre trabajando y, entre sus proyectos, figura una antología y un poemario. Acaba de escribir al alimón con Pepe Molero, su biografiado, un cuento que van a publicar próximamente.