Fernando Calvet, el 'Científico Galego do Ano' que revolucionó la química en Galicia
La Real Academia Galega de Ciencias (RAGC) ha elegido al químico Fernando Calvet como "Científico Galego do Ano", reconociendo su papel fundamental en la introducción de la bioquímica moderna en España, la modernización de la química orgánica en Galicia y el inicio de la investigación química en la Universidade de Santiago en los años 30 del siglo pasado.
La Academia destaca que Calvet "aportó una nueva forma de entender la Química en nuestra comunidad" y su eficaz colaboración en el desarrollo de Galicia a través de su contribución científica aplicada a la industria, siendo un pionero en este campo. Aunque el acto central de homenaje tendrá lugar el 8 de octubre en el marco del "Día da Ciencia en Galicia", se programarán diversas actividades a lo largo del año para dar a conocer su figura y sus relevantes contribuciones.
Un químico visionario que transformó la universidad gallega
En las primeras décadas del siglo XX, la química orgánica experimentaba un desarrollo extraordinario en el mundo, con aplicaciones sorprendentes en la industria y la sanidad. Sin embargo, la universidad gallega se encontraba rezagada en este campo. La llegada de Fernando Calvet Prats (Vilafranca del Penedés, Barcelona, 1903 - Barcelona, 1988) a la Universidade de Santiago cambió esta situación gracias a su formación en centros extranjeros de prestigio.
Calvet inició su formación en Química en la Universidade de Barcelona, donde también comenzó su carrera docente en 1923. Dos años después, recibió una beca para trabajar en Oxford con Chataway, un químico orgánico inglés bien relacionado con la escuela alemana de Von Baeyer, la mejor del mundo en ese momento. En 1927, obtuvo el grado de doctor en Oxford y un año después en la Universidad de Madrid.
Creación del primer laboratorio de Química en la Universidade de Santiago
En 1929, con apenas 26 años, Calvet ganó la cátedra de Química Orgánica en la facultad de Ciencias de la Universidade de Santiago, que carecía de tradición docente e investigadora en las ciencias experimentales y no disponía de ningún laboratorio químico. Poco después, recibió una beca de la Fundación Rockefeller para trabajar en Múnich sobre la química de los alcaloides, bajo la dirección del premio Nobel Heinrich Wieland.
De vuelta en Santiago en 1930, Calvet logró montar un laboratorio para prácticas de Química Orgánica y otro destinado a trabajos de investigación, creando un grupo moderno, equiparable a los mejores del país y pionero en las ciencias gallegas. En este período, puso a punto técnicas nuevas de síntesis y aislamiento de compuestos orgánicos, muchos a partir de productos naturales. Paralelamente, organizó un servicio de semimicroanálisis elemental orgánica que fue utilizado por algunas industrias y sirvió para incrementar su prestigio.
Compromiso con Galicia y la ciencia aplicada
De ideas liberales, Calvet tenía una manifiesta simpatía por los sectores galleguistas de la Universidad. Afirmaba que "Galicia es una nación perfectamente definida [...] la Universidad tiene que ser el exponente cultural de esta nacionalidad". Es de subrayar su participación en la constitución del llamado Pacto de Compostela, en el que, entre 1933 y 1934, nacionalistas catalanes, vascos y gallegos se comprometieron a apoyarse mutuamente en el servicio de los ideales comunes.
A partir de 1934, la orientación de sus trabajos comenzó a cambiar hacia la aplicación de la química orgánica en los sectores económicos del país, como la pesca o la industria farmacéutica. Así, fundó en Vigo -junto al médico Ramón Obella y el farmacéutico Francisco Ruvira- el Instituto Bioquímico Miguel Servet, convirtiéndose en su director científico. El laboratorio se dedicó principalmente a estudiar métodos de conservación, análisis y extracción del cornezuelo del centeno con el fin de obtener alcaloides, que se emplearían para fabricar el preparado Pan Ergot, indicado para afecciones como la migraña y el glaucoma.
El exilio y la vuelta a la ciencia
El inicio de la Guerra Civil sorprendió a Calvet en Vigo, donde se encontraba con su familia, y desde allí tuvo conocimiento por la prensa de su destitución como catedrático por "catalanista, antimilitarista y por sus ideas separatistas", también por "francamente comunista". Para evitar represalias, y como disponía de una beca para continuar estudios en Estocolmo, volvió allí en septiembre del 36. Finalizada la beca, consiguió un contrato como profesor de prácticas en la facultad de Medicina de Edimburgo. En 1938 negoció con las autoridades franquistas en el exterior su vuelta con la promesa de que no habría represalias, pero nada más entrar en España fue preso por un tiempo en la cárcel de Tui.
Éxitos en la industria farmacéutica y regreso a la universidad
Al salir de prisión, al no poder reincorporarse a la Universidade de Santiago, se asentó con su familia en Vigo, donde reinició sus trabajos en los Laboratorios Miguel Servet, que a los pocos meses se integrarían en los Laboratorios Zeltia de Porriño. En esta nueva etapa, bajo la dirección de Calvet, Zeltia patentó en poco más de un año más de diez especialidades farmacéuticas y se elaboraron fármacos hepáticos, insulinas, vitaminas… Uno de sus grandes éxitos en esta empresa fue la síntesis del popular insecticida ZZ.
Tendría que esperar a 1944 para que se resolviera su situación de apartamiento de la docencia. Repuesto en su cargo de catedrático, fue destinado a la Universidad de Salamanca. Después de un breve paso por la de Oviedo, se incorporó a la de Barcelona, donde consiguió que la bioquímica se transformase en disciplina independiente, creó un importante grupo de investigación y colaboró como asesor científico-técnico en varias empresas farmacéuticas. En esos años también trabajó en el Brooklyn Polytechnic Institute de Nueva York y en la Universidad de Nueva York, donde estudió el metabolismo de las células hepáticas.
En el año de su jubilación, en 1973, realizó la traducción de la Bioquímica de Lehninger, convirtiéndose en uno de los textos más populares de esta disciplina en España. A lo largo de su trayectoria, fue autor de decenas de publicaciones científicas y director de una veintena de tesis de doctorado.
Legado en la universidad y más allá
En la Universidade compostelana, además de trabajar por la integración de las mujeres en la docencia, Calvet aportó un aire europeo a las formas docentes, tanto en la relación con el alumnado como en la incorporación del deporte, sobre todo el rugby. Apostó por la sociabilidad universitaria, organizando jornadas de té, música y excursiones. En 2017 se realizó una película sobre su vida: «Os fillos do sol».
Fernando Calvet dejó un legado imborrable en la ciencia y la sociedad gallega. Su visión, su compromiso y su trabajo incansable contribuyeron a transformar la universidad, la industria y la vida de muchas personas. Su reconocimiento como "Científico Galego do Ano" es un merecido homenaje a un hombre que dedicó su vida a la ciencia y a Galicia.