Visita del obispo de Tui-Vigo, Luís Quinteiro Fiuza

Casa Museo Pazo da Cruz reconforta el alma de sus visitantes

Odilo Méndez, Maximino Fernández Sendín, Luis Quinteiro Fiuza, Pablo Castillo y Roberto Ledo.
En Covelo, un municipio de la provincia de Pontevedra, rico en patrimonio natural y cultural, se encuentra Casa Museo Pazo da Cruz, que dirige Maximino Fernández Sendín. Este viernes correspondió el Obispo de Tui-Vigo, Luís Quinteiro Fiuza, a la invitación realizada por Fernández Sendín en las ‘Pascuillas’ de este año, en el Santuario de Nuestra Señora de la Franqueira.

En Covelo, un municipio de la provincia de Pontevedra, rico en patrimonio natural y cultural, se encuentra Casa Museo Pazo da Cruz, que dirige Maximino Fernández Sendín. Este viernes correspondió el Obispo de Tui-Vigo, Luís Quinteiro Fiuza, a la invitación realizada por Fernández Sendín en las ‘Pascuillas’ de este año, en el Santuario de Nuestra Señora de la Franqueira.

La visita comenzó con una recepción en la Casa del Concello de Covelo, en la que su alcalde, Pablo Castillo, recibió al prelado, junto con Maximino Fernández Sendín y su colaborador Odilo Méndez. Castillo obsequió al obispo con algunos recuerdos del municipio así como con libros. Por su parte, Fernández Sendín regaló al prelado su libro sobre el cruceiro de Covelo y otro, A Graña y los grañudos, sobre una singular parroquia de Covelo. También, Odilo Méndez ofreció al obispo un tapiz en el que se representa la última cena. Quinteiro agradeció los obsequios y tras saludar a los funcionarios bajó a la plaza del Concello para seguir las explicaciones sobre el monumental cruceiro covelense.

Odilo extiende el tapiz.

Fue costeado por el vecino de Castro, Covelo, Juan Antonio Tielas Fontán, en el año 1899. La obra, se atribuye, al genial maestro cantero José Cerviño García, ‘Pepe da Pena’, autor, entre otros, del mundialmente conocido cruceiro de Hío, obra cumbre de la cantería gallega del siglo XIX. Aunque otros autores defienden que su artífice fue su coetáneo y vecino, Ignacio Cerviño Quintero, sobre este extremo no existe documentación que lo acredite, según expone en su libro Maximino Fernández Sendín.

A pie de cruceiro, en la plaza frente a la Casa del Concello, Sendín destacó del pedestal las seis figuras humanas. En los ángulos del basamento las alegorías a la Industria, Agricultura, Artes y Justicia, además de Santiago peregrino, patrón de la parroquia, y la figura de San Juan Bautista, sosteniendo un libro, elemento propio del evangelista, quizá para aunar ambas representaciones, le dijo al obispo. Sendín aludió asimismo a cierta simbología masónica, incluida en el monumento. Así como a la inscripción de la base, ‘Berja’ con ‘b’. Resaltó que el fuste o varal de este cruceiro es de mármol, nada frecuente en este tipo de monumentos, y describió la dificultad para transportarlo desde A Coruña. Por su parte, el obispo contextualizó el monumento en la Europa de finales del siglo XIX y afirmó que Galicia, con monumentos como este, estaba en la vanguardia creativa como las mejores capitales europeas.  

Fernández Sendín explica la investigación realizada sobre el cruceiro covelense. 

A continuación la comitiva, con el alcalde Castillo, se trasladó al campamento de verano de Covelo, que tiene su sede en los bajos de la biblioteca municipal, en la que este viernes los niños y niñas disfrutaban de una actividad de construcción de tamancas, zuecos, a cargo del artesano mondarizano Carlos Barros, conocido con el sobrenombre de Tango. Tango enseñó al obispo algunos de sus zuecos artesanos y le regaló una pequeña reproducción a escala de una tamanca. El obispo saludó y mantuvo un breve diálogo con los niños en presencia de la directora, Raquel Malvar, y las monitoras. También se detuvo en la guardería infantil y saludó a su directora María Jesús Pardellas. En ese momento, los niños estaban comiendo.

Y, ya, subida a la Ermida, a la Casa Museo. El obispo constató que la colección instalada en esta ‘casa grande’ del siglo XVI, que “en sí misma es un museo por su buen estado de conservación primitivo”, según expresión de su propietario, alberga una de las colecciones privadas más importantes de Galicia, con más de 4.000 piezas y más de 3.000 documentos gráficos y audiovisuales, fruto del trabajo de recopilación de su impulsor y propietario, el escritor Maximino Fernández Sendín.

Entrada de la casa Museo. 

Quinteiro Fiuza experimentó ese concepto museístico diferente de Casa Museo Pazo da Cruz, ya que se puede oler, tocar, sentir...Una visita obligada para los amantes de la historia y de las tradiciones de un pueblo y de una cultura.

Maximino explicó al obispo que su objetivo es reunir, conservar, investigar y difundir el patrimonio histórico, etnográfico y natural de la zona y de Galicia en general.

Quinteiro Fiuza se ‘sumergió’ entonces en ese viaje al pasado y se asombró del conjunto de Casa Grande gallega que conserva todos los elementos propios, como el portón, la cruz y los pináculos, el patio empedrado, la viña que cubre el patio y, después, el hórreo, la casa de los criados…la pequeña huerta… “Aquí –dijo el prelado- se reconforta el alma y el cuerpo”

Maximino explica los distintos tipos de cereales. 

La visita comenzó por la exposición temporal sobre el pan. Esta ‘Historia del Pan’ recoge investigaciones en torno a este elemento básico de la alimentación humana, a los hornos, los molinos o los cereales, pero abriendo a su vez nuevas líneas de estudio apoyadas en abundantes datos.

Tal y como Sendín refleja en su libro ‘Historia del Pan’, para conocer sus orígenes hay que remontarse a un pasado remoto y retroceder hasta el Neolítico. Una época en la que nuestros antepasados ya conocían algunas especies de cereales que crecían de forma salvaje. En esta muestra se pueden ver y tocar –así lo hizo el obispo Quinteiro, tal como le indicó Maximino- los cereales más primitivos, como la escanda, el mijo, el panizo, el sorgo. y, también los más comunes como el trigo, la cebada, la avena, el centeno y el maíz, o leguminosas, como la soja. Están expuestas las medidas agrarias, el ferrado, el celemín y el copín, entre otras. Además se muestran molinos del Neólitico, barquiformes, de mortero, circular romano, arados, trillos y otras muchas herramientas de la siembra y recolección.

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Después, el invitado se dirigió a la entrada a la antigua cocina, ahora convertida en elegante salón comedor, en el que luce el horno de piedra para elaborar el pan tradicional, la ‘lareira’ y la ‘parrumeira’, con antiguo mobiliario, como el reloj de pared, las antiguas ‘uchas’, baúles o arcones de madera, las vajillas de porcelana, así como las copas de murano, candelabros…y otros utensilios que asombraron todavía más al obispo. Ya en la parte privada del Pazo, Quinteiro Fiuza recorrió la biblioteca, el piano y otros instrumentos musicales, así como una habitación con mobiliario de la época del rey Dom Denis de Portugal. El obispo comentó la gran paz en contacto con la naturaleza que se respira en un lugar como la Casa Museo.

A continuación, otra sala con más antigüedades, como una colección de radios…Maximino puso en marcha un gramófono para escuchar una canción…La colección de platos de la empresa viguesa Álvarez con marcas tan singulares como Santa Clara. El obispo probó un antiguo xilófono.

Luís Quinteiro contempla la cabeza de reducida por los jíbaros.

De ahí a la casa de los criados o caseros. A la entrada está un ciprés, árbol mitológico y del que el propietario de la casa museo explicó su significado e incluso apuntó que la cruz en la que crucificaron a Jesucristo era de madera de ciprés, según estudios a partir del ‘lignum crucis’. En este apartado del museo  etnográfico, el obispo mantuvo en su mano antiguas monedas que la tradición dice que dan suerte, miró la silla paridera, las grandes tejas datadas en el siglo IX…Y pasó a la estancia dedicada a Alfonso Graña, el gallego rey de los Jíbaros. Un libro de Maximino Fernández Sendín recoge la historia de este gallego de Amiudal, en Avión, que se internó en la selva amazónica y llegó a ser el único blanco que dirigía la tribu de los jíbaros, los famosos reductores de cabezas. Quinteiro se interesó por la historia y Maximino se la contó con detalle. Vio las fotografías y documentos, así como la cabeza auténtica de jíbaro que completa esta exposición. Fernández Sendín aseguró que más tarde o más temprano tendrá su versión en película en el cine este aventurero.

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Luego, visita a la escuela de los años 50. El obispo repetía: “Está tal cual”. Y le recordaba a sus tiempos de escuela cuando todo el material era la famosa enciclopedia Álvarez. Se sentó en los pupitres y le gustaron los mapas de las paredes…A continuación subió a la zona de los juguetes. Maximino puso la música de ‘Había una vez un circo…’ y un mundo de luces, sonidos y movimientos nos rodearon a todos. Fernández Sendín contaba a Quinteiro anécdotas de cómo reaccionaban niños acompañados de sus padres.

D. Luís recibe algunas explicaciones sobre el poder curativo de las plantas medicinales. 

De ahí, salida a la huerta y repaso por las 18 plantas medicinales. Sendín regaló también al obispo su libro sobre estas plantas con sus consejos para curarse de forma natural.

Y vuelta al patio empedrado de la entrada con fuente. Maximino no dejó de recordar aquello de que agua en el interior y muros altos eran privilegio del clero y de la nobleza, en otra época.

Por último, la barbería de los años 50, la colección de llaves con más de 700 distintas y el rincón dedicado a Andrés Dobarro, de cuyas canciones el obispo se manifestó fan. Colección de discos y de documentos sobre el cantante gallego que triunfó en toda España cantando en gallego. Maximino le contó pormenores de la visita de la hija de Dobarro a la Casa Museo.

Rectoral de Fofe. 

Llegó la hora del almuerzo y estaba previsto en La Rectoral de Fofe, en la parroquia covelense de Maceira. Antes hizo una parada en Maceira para saludar al párroco, D. Jesús Cajide Acuña, pero no se encontraba en casa.

Llegado a La Rectoral de Fofe,  ya estaba allí el alcalde covelense, Pablo Castillo, y fue también recibido el obispo por Tomás y su esposa, propietarios del establecimiento. El alcalde obsequió con un almuerzo al obispo de Tui-Vigo, durante el cual se mantuvo una cordial y agradable conversación entre todos. Un matrimonio que estaba también en l restaurante pidió al obispo que se hiciese una foto con ellos y don Luís no lo dudó ni un momento. Las siguientes obligaciones del prelado le urgían y a las 4 de la tarde marchaba en dirección Vigo. El mundo de Covelo le había sorprendido y la Casa-Museo con Maximino Fernández Sedín también. Prometió volver para conocer el museo Leonides en A Graña. Del retrato de la abuela Leonides destacó la nobleza de su mirada. ¡Este será un desafío más para la Casa Museo Pazo da Cruz, en Covelo!