Los Portales ponteareanos deshojan a buen ritmo, pero con la incertidumbre de la falta de flor para el Corpus
En las calles de Ponteareas se oye estos días un suave chasquido de las tijeras de podar. El clack clack que procede de los Portales –entorno a una veintena en la Villa del Tea– son el sonido de distintas generaciones de deshojadores trabajando con planta y flor.
Ahora mismo llevan ya dos semanas trabajando, la mayoría de 4.30 a 9 de la noche. Principalmente preparan la acacia o mimosa para hacer lo que podríamos llamar el relleno. Este material vegetal lo suministra el Concello de Ponteareas. De hecho, la alcaldesa tiene el empeño este año en rellenar con este verde el espacio entre alfombra y alfombra para dar una línea de continuidad y unidad a todo el recorrido por las calles ponteareanas que discurre la procesión.
Los alfombristas están preocupados porque, a una semana vista del Corpus Christi, este año hay escasez de flores. Las hortensias, una de las flores más utilizadas, no han florecido. El Corpus llega adelantado y el tiempo no ha favorecido la floración. Por lo tanto, los portales tendrán que sustituirlas por otras flores, como el clavel, pagándolo de su bolsillo.
Cuatro claveles cuestan un euro. Para un metro cuadrado se necesitan 200. Es decir, el metro cuadrado sale a 50 euros. Y, para más inri, este año no hay clavel rojo procedente de Colombia.
Los portales están preocupados porque las cuentas no van a dar ni para una cena de confraternidad entre ellos. El ayuntamiento subvenciona a cada portal con 300 euros y 5 euros por metro cuadrado de alfombra. Una alfombra de 100 metros cuadrados supondría 800 euros. A mayores, hay que comprar los plásticos para las plantillas y otros materiales.
Habrá que echar mano de rosas... Las parroquias o jardines privados –aunque no todo el mundo esté dispuesto a colaborar– serán la 'gran reserva' de flores para las alfombras. Y es que las alfombras ponteareanas solo llevan materiales de tipo vegetal.
Pero en los Portales hay optimismo. Siempre mirando al cielo por el tiempo meteorológico que va a hacer la noche del sábado 1 de junio.
En los Portales se integran alfombristas de todo tipo de origen y edad. Es un lugar de socialización. Las alfombristas charlan entre ellas, cotillean, se cuentan chascarrillos y no falta la merienda con dulces, chocolate...
En el primer tramo de Reveriano Soutullo estaba esta tarde Teresa, de 91 años y con 55 años de experiencia como alfombrista. O en Elduayen-La Giralda, 'Chola', esto es Aurea, también cumplió ya los 91 o en el primer tramo de plaza Mayor, Paquita con 90.
Los niños están presentes en casi todos los portales. A partir de los 7 años, aprenden el oficio de sus mayores y aportan su trabajo con la misma dedicación e ilusión. Son el relevo generacional. Otros años, los niños que estaban en la escuela de alfombristas tenían su propia alfombra.
Las más veteranas –en su mayoría mujeres– dicen con nostalgia que antes los portales tenían nombres de personas, como el portal de 'Conchita Ojea', pero ahora solo se les identifica por tramos o números.
Con gran celo guardan sus diseños en los portales. Por ejemplo, en la rúa Ferreiros, segundo tramo, Peque Sequeiros, alfombrista desde hace 39 años, también es diseñadora y no quiere revelar nada hasta la noche de la confección el 1 de junio. En su portal pudimos ver mirto, mimosa y la valiosa árnica, esa planta de flores amarillas brillantes con un olor característico, dulce, herbal y balsámico, que ya es muy escasa.
En Reveriano Soutullo encontramos a un matrimonio ucraniano deshojando junto a una asturiana criada en Ponteareas, y a alfombristas de origen venezolano y chileno, así como a gallegas de Valdeorras y Chantada.
Ponteareas trabaja para que el Santísimo pise estos tapetes florales paseado en su custodia. El trabajo de semanas se deshace en unas horas. Pero no importa lo efímero del momento.
Con el paso del tiempo, algunos visitantes han perdido la idea del origen del arte floral. Para algunos, la procesión del Corpus Christi tiene actualmente más de evento turístico que de religioso. Pero a pesar de esto, el alfombrista pontereano tiene mayormente muy claro para quién trabaja. Estas alfombras están compuestas por flores, pero en el reverso, la parte de los "nudos", como las de lana, están tejidas por la fe y la generosidad de un pueblo.