Lisboa, la peregrinación de la esperanza y la alegría
La Jornada Mundial de la Juventud, JMJ, de Lisboa ha sido una experiencia enriquecedora para sus participantes –millón y medio en los últimos actos-, y también para los que la siguieron desde su casa por su multidiversidad cultural . Los 150 países presentes en ella daban prueba de que el catolicismo es muy rico y variado. Ha sido un testimonio contundente, especialmente para la iglesia de Portugal y de todo el mundo. Es un reflejo de la Iglesia Católica Universal, del momento que vive, aunque pretendan eclipsarlo algunos medios de comunicación que insisten con sus tópicos y que no reflejan esta vitalidad.
Como decía una niña española, de 13 años, Teresa, acompañada de su madre, Maite, al llegar y ver aquella joven multitud: “Mamá, hay esperanza”.
Toda la JMJ ha tenido un sentido de peregrinación auténtico. Sin comodidades –dormir en el suelo, no poder ducharse, hacer cola para ir al retrete...- y con privaciones, el objetivo era escuchar a un papa de 86 años en una silla de ruedas. Toda la peripecia vital de esos días fue abordada con alegría, cantando...con jovialidad…
Diario Luso-Galaico viajó en un autobús, lleno de peregrinos de distintas edades, desde Vigo para vivir de cerca la peregrinación. Se comprobó cómo esta fiesta de la fe hizo mella en aquellos que peregrinaban por el testimonio que quisieron compartir manifestando la repercusión en su interioridad al término del viaje, así como lo que los inspiró y movió a cambiar cosas de su vida.
Previo paso por el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, el sábado, horas después de que el papa hubo estado rezando con jóvenes enfermos y acompañado por 200 almas…algunas volverían a verle en Lisboa. La Virgen preparó el corazón de estos y otros peregrinos y lo dispuso mejor para acoger la predicación del Papa.
Por las calles de Lisboa estos días discurrió un río de jóvenes y menos jóvenes, familias, que desafiaron el calor todos ansiosos de llevarse algún mensaje del Papa. Las preguntas del vicecristo, sus silencios reflexivos y la repetición de frases aportaban una gran dinamicidad a sus alocuciones.
Miles de jóvenes compartían en tierra o en los bordes de las carreteras la parcela que ocupaba su bolsa y su esterilla o su tienda de campaña. Sin incidente alguno, sin miedo a que te roben tus pertenencias, respetando los turnos…Algo insólito en otros ámbitos del mundo actual. La fraternidad y solidaridad fueron la tónica de esos días…Eso sí, con mucha alegría y buen humor. Con banderas y mucho móvil para captar esa situación increíble que se vivió en el parque del Tejo.
Conmovió la vigilia en la noche del sábado. Muchos se ponían de rodillas, en aquel descampado dividido por sectores, bajo el cielo estrellado y limpio, para adorar al Santísimo Sacramento que veían desde las pantallas...con momentos de silencio para provocar el diálogo personal con el Jesús Sacramentado, alternados con los cantos del coro de la JMJ que ensayó durante un año las canciones que interpretó con gran profesionalidad.
Esta es la Iglesia “en salida”, como dice el Pontífice que tenemos. Un presente prometedor de una cosecha futura que otros recogerán…colmada de frutos.