jueves. 28.03.2024

Guardo en mi memoria el día que le conocí junto con su hermano. Íbamos a pasar un fin de semana en una casa de Seixo, en el Morrazo. Pudo ser el año 1976, aunque no lo sé con precisión.

La siguiente imagen, aunque seguro que habrá otras, era en aquel ‘ferrobús’, un tren que nos llevaba de Vigo a Pontevedra a las 7,30 de la mañana. Ambos estudiábamos Magisterio en Pontevedra y no estaba garantizado que estuviéramos en la Normal a las 9. Él iba un curso por delante de mí, porque yo había comenzado antes otra carrera.

Ya entonces le gustaba jugar a las cartas. Y creo recordar que alguna vez se entretenía en ello durante el viaje.

Joseba en una actuación de juegos de cartas para un grupo de amigos, en Vilanova de Arousa, el pasado 16 de agosto de 2020.

Como había comenzado antes, me precedió en la diplomatura. Él iba por Humanas y yo por Filología. La relación era el viaje y alguna vez que coincidía que teníamos que almorzar en Pontevedra, si teníamos alguna clase por la tarde. La verdad es que su experiencia universitaria adelantada me ayudó en algunas tareas.

Causalidades de la vida, acabamos trabajando en el mismo colegio, Montecastelo, en Vigo. Yo no tengo recuerdos de esa época en la tuvimos que coincidir. Sin embargo, hace unos años volví allí un par de meses y estuve en algunas de sus clases de primaria. Me impresionó cómo manejaba a los niños y cómo les impartía el inglés. Sabía ‘teatralizar’ muy bien y los niños lo adoraban. Así era ‘don Joseba’ –como le llamaban sus alumnos-, un prestigioso profesor y amigo de sus colegas.

Además coincidíamos en la afición por la fotografía. En su caso enfocada en las instantáneas de aves. En su cuenta de Instagram acumulaba buenísimas fotografías hechas en Vigo y en sus alrededores. Le gustaban los animales y, cuando yo tenía la perra o los pájaros, no faltaba su ‘like’ en el post publicado.

Joseba era un avanzado usuario de las aplicaciones informáticas. Yo, como otros amigos, recurríamos a él. Tenía días…, si veía que tú le trasladabas el problema sin mover un dedo..., a veces, se ponía un poco borde. Era normal, ¡ante tanto asesoramiento! Alguna vez, recuerdo, me acompañó a una tienda de telefonía…

Tenía gran habilidad para los trucos con las cartas. El Mago Joseba creó un canal en Youtube para enviar a sus amigos algún truco que les aliviase el confinamiento. Llegó a establecer un gran ‘feed back’ con sus seguidores. A mí, la verdad, lo de las cartas nunca me atrajo mucho, pero, como me enviaba los trucos,  algunos los visionaba. Se ponía aquella camiseta de mago que aparentaba todo un traje, incluso con pajarita.

Sabía también de su afición por la milicia y de sus amigos militares en misiones fuera de España. Si publicaba algo en el periódico sobre esto, se lo enviaba, sin más.

A Joseba, una de las cosas que le gustaba era degustar una buena cerveza. Tenía un amplio conocimiento de esta bebida, incluso en las de importación. Uno de sus planes preferidos con sus amigos era tomar ‘una birra’. Alguna vez, claro, lo acompañé y sí que sabía de esto.

Lo único que tengo que reprocharle es que nunca me habló de Herbalife Nutrition. Tuve que conocer esta compañía por otra persona. Pero, desde que firmé mi membresía y tuve resultados, noté cierta complicidad en este asunto conmigo. Con lo cual me compensó con largueza.  

Joseba en una actuación de juegos de cartas para un grupo de amigos, en Vilanova de Arousa, el pasado 16 de agosto de 2020.

Lo que más me unía y compartía con Joseba era su esfuerzo por vivir la virtudes cristianas y santificar el trabajo como fiel de la Prelatura del Opus Dei. Sus formaciones eran ocurrentes y llenas de pequeños guiños, apelando al ingenio. Asistí a muchas charlas impartidas por él. Su esfuerzo por ser un apóstol de Jesucristo, con celo ardiente por las almas, también me impactó de su estilo de vida. Durante muchos años, conocí cómo trataba de acercar a sus amigos a Dios. Eso sí, con un gran espíritu de libertad y con esa simpatía y pulcritud en todo lo que hacía. Desde su forma de tomar notas -su letra era muy valorada y gustaba de emplear la pluma para ocasiones especiales- hasta esta pulcritud que se manifestaba en su forma de manejar las barajas de cartas.

En una semana se nos ha ido. Y en los alrededores de una fecha señalada como la fiesta de la Asunción. Estaría maduro para dar el salto. ¡Seguro que sí!  Ahora hay que cubrir ese hueco que deja. Tras 45 años de amistad es difícil no echarle en falta. Su sonrisa, sus bromas, sus ingeniosos juegos de palabras…Seguro que desde el cielo echa un cabo a todos sus amigos y conocidos. Yo ya le hago ciertas encomiendas, seguro que está en condiciones de complacerme.

Una persona normal, con una vida apasionante y llena de ideales, que ha sabido corredimir con Cristo desempeñando su trabajo de profesor, ayudando a muchas personas a acercarse a Cristo. Así era este amigo del alma.

Joseba, amigo del alma