jueves. 25.04.2024

Desde niño estuvo en contacto con la cultura del vino. Sus primeros recuerdos son las vendimias en las que a su hermana y a él su tío y su abuelo les pagaban –“nos sobornaban”- por cada caldero de uvas recogido. “Un trabajo muy bonito, pero con el calor veraniego de la comarca de Valdeorras”, dice, se les hacía duro.

Además los recuerdos pasan por las comidas y fiestas familiares en la bodega de su abuelo. “La gente paladeaba el vino que hacíamos de forma totalmente artesanal y sin la tecnología que tenemos hoy. Era la manera más pura de elaborar vino”.

Eran épocas en las que había que tener recursos para completar el sustento familiar.

En los últimos 18 años, la bodega se profesionalizó. A Coroa “es una bodega pequeña y todos tenemos que hacer de todo”. Ceferino Fernández, el hijo de uno de los copropietarios de A Coroa, Roberto Fernández, en copropiedad con su tío y su madre. Roberto va descargando responsabilidades en Cefe y espera que en 3 o 4 años asuma por completo el mando de A Coroa. De momento es un “gobierno colegial” en el que la dirección la llevan su padre, su tío y él.

Roberto Fernández documenta el origen de esta bodega que se podría remontar a los años 1780 o 1790. Un antiguo coronel, César Conti, se casó con una señora del Barco de Valdeorras. La señora tenía como dote el viñedo. El casamiento se produjo en 1812 y probablemente la finca fuera una propiedad de sus parientes unos años antes. Se estima que la parte central de la bodega data de 1700, pero no hay fecha exacta.

Con anterioridad fue un antiguo poblado minero. En realidad era un castro y, en la época de la romanización, el Imperio buscaba oro por esta zona. Ahí están cerquísima las Médulas, la mayor explotación aurífera de todos los tiempos en el Imperio Romano. O la proximidad de Montefurado, otro lugar de búsqueda de oro. Desde Astorga, Asturica Augusta, discurría la décimo octava vía romana que llegaba hasta Braga. En fin, los romanos vinieron a la búsqueda de oro.

Además de estas notas históricas, Roberto Fernández, explica el nombre de la bodega. No se trata de una corona…Este promontorio, donde estaba el castro, era 'a coroa'. Esto es, la parte superior, más alta desde donde se divisa el valle de A Rúa de Valdeorras.

Fernández localizó por Internet un periódico con un anuncio de 1918, que decía algo así como “se venden vinos finos de Coroa”.

La familia Fernández compró la bodega en 1999 y las obras de restauración del inmueble duraron 3 años. “Mi suegro era agricultor y además hacía injertos. Llegó a vender hasta 100.000 injertos. Y la familia tenía viñas antiguas que explotaban vendiendo a granel”.

“Todo empezó por no abandonar las viñas que tenía mi suegro. Mi cuñado me decía: ‘Se vendo as viñas, mato o meu sogro’. Pero yo me había casado con su hija, no con las viñas”, dice divertido Roberto.

CEFERINO

Cefe termina el Bachillerato y va a Ponteareas, a A Granxa, a hacer un ciclo superior de Enología y Viticultura. Al terminar le ofrecen –es el primer alumno en esto- hacer unas prácticas en el extranjero, concretamente en Italia, en Treviso, una región al Norte, en la zona del prosecco. Cuando transcurren 6 meses y ya va a regresar e incorporarse a la empresa, el padre de Ceferino le sorprende enviándole a Londres a mejorar su inglés, como preparación para tomar las riendas de la parte comercial de A Coroa. Los tres meses que iba a pasar allí se transformaron en 4 años. Su tía no puede asistir a una feria internacional y A Coroa designa a Ceferino para esta misión. Allí entra en contacto con restaurantes que, en un primer momento por su escaso conocimiento de la lengua, le contratan para lavar copas. Luego pasó a tareas de sumiller en varios restaurantes de renombre. Luego se reincorporaría a la bodega y así lleva entre 4 y 5 años desde su regreso de Gran Bretaña.

Como director de ventas, Ceferino Fernández tiene muy claro que el objetivo es incrementar la venta internacional. “Es un mercado más sólido. Se busca un tipo de productos, de calidad y de buen precio…Si estas tres cosas se ensamblan bien se produce un flujo de venta constante”.

Fernández opina que el mercado nacional está más a merced de las modas. Hubo un tiempo en que el Verdejo de Rueda hizo furor…

“La pandemia lo ha cambiado todo”, reflexiona. “El mercado ha cambiado hasta en la manera de vender”. En el momento pre covid, A Coroa elaboraba unas 100.000 botellas con los tres vinos blancos que elaboran. “Llegamos a vender un 50% en mercado extranjero y otro 50% en el nacional. En 2019, el 80% de las ventas eran nacionales”.

Hace unos años la variedad Godello era una desconocida. Los que estaban en el sector la apreciaban y valoraban su envejecimiento, pero el consumidor de vino no le daba valor”.

“Mi labor es cambiar eso. El mercado nacional es imprescindible…, pero no nos podemos olvidar del internacional”.

GALICIA CALIDADE

Desde 2014, A Coroa tiene la certificación de Galicia Calidade. Ceferino Fernández explica cómo este sello ayuda a confirmar el sello de producción controlada que otorga la DO Valdeorras reforzando su valor. Esto quiere decir que A Coroa lo máximo que puede producir son 8.000 kg de uva. “Y el sello de Galicia Calidade también lo avala”.

FUTURO

Ceferino sueña con elaborar un vino de guarda (que mejora en la botella). La filosofía de A Coroa es de vinos de parcelas, vinos de poca producción, vinos de gran guarda…

Respecto a la DO Valdeorras, a la que pertenece, Ceferino piensa que deberían estar más unidas las 47 bodegas para impactar más con el godello de Valdeorras porque, en ocasiones, el consumidor final no sabe si ese godello es de Monterrei o del Bierzo, por estar cerca sus límites.

Ángel Sánchez es el enólogo de A Coroa y lleva 20 años en esta empresa. Ha vivido durante los 30 últimos años la evolución del mundo del vino en Valdeorras y especialmente de la variedad Godello.

“El Godello se diferencia del resto de blancos, como el Albariño o el Verdejo, por su volumen en boca debido a su contenido glicérico, graso. Por eso es un vino muy gastronómico. Con una acidez justa”

Sánchez destaca del viñedo de A Coroa su heterogeneidad. Son 8 parcelas a diferentes altitudes y con diferentes tipos de suelo. “Eso nos permite regularizar muy bien la vendimia. No vendimiamos en todas a la vez y vamos elaborando por parcelas perfectamente diferenciadas”

El Coroa clásico es un ‘coupage’, un compendio de las ocho parcelas. La uva para el ‘200 cestos’ procede de un viñedo en bancales junto al río Bibei. Se elabora en futres, grandes barricas, y a los seis meses se hace una crianza sobre lías, levaduras muertas que segregan unas sustancias, las mano proteínas. Éstas aportan untuosidad y volumen. El Coroa lías se elabora a partir de uvas de una zona de una viña emblemática. La viña de la sobreira tiene entre 7 y 8 hectáreas en la misma parcela. “Un lujazo” califica Ángel. Se hace sobre lías, pero, a diferencia del 200 cestos, en depósitos de acero inoxidable.

Ceferino Fernández, director de Ventas de adega A Coroa: “La venta internacional es un...